jueves, 26 de enero de 2017

Ese minuto quieto que nos mira, y no pregunta.

No hay un lugar donde ir a buscarte
ni un tiempo que caiga inconsciente dentro del ojo

no hay un hilo que nos cosa seguro
ni nos apretamos las manos solidificando el instante

no hay fuera un camino que busquemos nuevo y juntos
ni nadie habló de quererse lejos del hueco o el sueño caliente

no hay una historia que nos vaya contando
ni una meta amarrada a una cala pequeña
ni el invento de otros
ni el intruso o lo extraño.


Tiene un sabor a realidad y carne
una mirada limpia pero misteriosa

tenemos un espacio en blanco donde sembrar besos y ojos,
tenemos mi cama, con los brazos abiertos

tenemos lo oscuro donde poner la boca, y una cortina de humo verde boscosa,
tenemos donde perdernos, tenemos silencio sin espinas, tenemos perdida la prosa,

tenemos las rimas y las manos templando debajo
el abrazo que ha pasado quedando en las esquinas de una vida
el tiempo cogido como un ramo o un manojo
todos los versos cambiando las letras

el recuerdo que endurece en el olvido
el pasillo que nos reduce a un laberinto profundo como las ideas,
clavado como una manzana,
los relojes que nos sepultan bajo la nieve mientras las semillas duermen su primavera incierta
los golpes que encuentran nuestros cuerpos enganchados

las puertas que abrimos
los puentes, los besos que llaman

y el miedo de un salto
que no mide

y la voz de lo que sabemos
es bueno

y el cristal que separa y refleja
y nuestro sueño trenzado por días enteros,

y las noches que nos guardamos
atesorando, creciendo, pariendo, brotando, diciendo, callando, pendiendo, apretando,

comiendo cualquier cosa entre beso y beso,
entre los segundos de ese minuto quieto,
posado sobre el estante
que nos mira
y no pregunta.

viernes, 20 de enero de 2017

vivo en una noche permanente sintiendo la vida como un sueño quieto

la vida puede ser cualquier cosa

y por eso me columpio en una hora indefinida

lunes, 9 de enero de 2017

Te poemo, para huir del paso

del deseo que no resuelves
del billete de vuelta

de la cruda desidia que muerdo,
que araña,
que mastico purgada de culpas y tiempo.

Huyo del gato muerto,
del consuelo de muchos,
del grito que ladra a lo lejos pisado y hundido.

Huyo espantada, huyo entre rejas,
huyo acusada de colores que enlutan.

Huyo tirada en la yerba
huyo del frío, huyo cobarde

y te poemo

para librarme del miedo y la pena
del rastro de sangre mezclado con tierra madura.